Han pasado 6 años de su aprobación y la ley de Educación Sexual Integral (ESI) 26.150 no se ejecuta en la provincia de forma igual en todas las instituciones escolares. La polémica está en quién debe asumir el rol de educador sexual. ¿La familia? ¿La escuela? o ¿Ambos?
Como ya dije en otra ocasión somos potencia en derechos humanos ya
que nuestras leyes avanzan cada vez más hacia su contemplación. Sin embargo no
siempre es fácil instalar leyes dentro de una comunidad como San Juan donde surgen grupos de resistencia que
se niegan a su aplicación.
Algunos sectores, allegados a los diferentes credos religiosos,
sostienen que debe ser una tarea de los padres. Que cada familia inculque los
valores que desea a sus hijos de acuerdo a sus creencias. Pero qué sucede
cuando los padres no asumen tal responsabilidad porque ellos fueron educados en
un paradigma social donde de sexo no se hablaba. Era un tema tabú. Y qué sucede
con aquellos jóvenes que viven situaciones de violencia en el hogar o sus
padres están prácticamente ausentes en su formación por razones laborales o
problemas diversos (alcoholismo, drogadicción o simplemente abandono del niño).
Es así que la familia no siempre puede hacerse cargo de un tema de tal
magnitud.
Por esto el estado debe sí o sí responder y actuar garantizando el
derecho de los niños, niñas y adolescentes a estar informados y a recibir una
educación sexual integral. La escuela debe ocuparse del tema y trabajarlo en
conjunto con la familia. Pero mientras más perdamos el tiempo discutiendo acerca
de quién debe hacerse cargo, los jóvenes están experimentando diversos tipos de
relaciones sexuales, sin las precauciones necesarias, con el riesgo de
trasmitirse alguna enfermedad o de quedar embarazadas sin desearlo.
Es así que nuestros jóvenes quedan a la deriva, viviendo en una
nebulosa llena de temores y de culpa. Todo por falta de información. Todo por
falta de un compromiso social por parte de nosotros, los adultos. Por ejemplo, la escuela Juan Mantovani, ubicada en el
departamento de Albardón, una escuela que posee diversas realidades
problemáticas (relaciones incestuosas, abuso sexual y embarazos adolescentes).
Mientras los jóvenes viven esas situaciones, los docentes han decidido dejar en
el armario las revistas otorgadas por el ministerio de educación. Una de las
razones que dio Silvia Arévalo, docente de la institución, es que los profesores
no quieren lidiar estos temas con los padres por temor o por oposición a que se
trate en la escuela. Y así con los brazos cruzados se quedan también otras
escuelas como la Normal Sarmiento que argumenta que “los docentes no están
capacitados” y tampoco tienen interés en hacerlo.
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Pero ojo! No todo el panorama es tan gris como parece. Hay
instituciones como la Universidad Nacional de San Juan y los colegios
pre-universitarios que ya están desarrollando estrategias para ejecutar en
materia la ESI. Es claro que el cambio se va ir dando de a poco. Es difícil
dejar atrás los prejuicios y la formación que los adultos recibieron desde
pequeños. Pero es importante aceptar que somos seres sexuales desde que nacemos
y que no podemos hablar de sexo solo cuando van a formar una familia.
Mi insistencia está en que negar las realidades no soluciona nada.
Conocer, hablar y tratar estos temas en profundidad nos hace seres libres,
conscientes y reflexivos a la hora de actuar. Asumamos en conjunto el
compromiso de educar a los jóvenes en un
camino del respeto y el cuidado para que puedan vivir la sexualidad plenamente,
de forma responsable y sin prejuicios. La ley de ESI debe cumplirse. No es un
capricho, es un derecho.
¿Quién crees que debe asumir el rol de educador sexual en los jóvenes? ¿La familia? ¿La escuela? o ¿Ambos?
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